
noviembre 10, 2016
Donald Trump nuevo presidente de EEUU ¿Y ahora qué?
La victoria del candidato republicano Donald Trump, ha supuesto un acentuado viraje a las políticas desarrolladas por el demócrata Barack Obama, siendo opinión generalizada el hecho de que los dos mandatos del actual Presidente de Estados Unidos, no han respondido a las expectativas que en su día pudo generar el primer mandatario de raza negra que ocupaba la mansión de Pennsylvania Avenue; efectivamente, no pasará a la historia el actual Presidente como reflejo de un mandato legendario como tal vez se podía esperar a la vista de lo que significaba para esta país, el máximo deseo de igualdad racial, cual era ver al matrimonio Obama ocupando la mismísima Casa Blanca.
El voto oculto, el voto rural y el voto de las clases medias desencantadas del inmenso país norteamericano, han terminado derrotando a Hillary Clinton; en efecto, Estados Unidos es mucho más que Nueva York, San Francisco, Los Angeles, Miami, Chicago y Washington, admitiendo que hay un vasto territorio donde unas clases medias hastiadas del establishment representado por una dirigente que desde 1.979 que fue Primera Dama de Arkansas, jamás se ha alejado del epicentro político de los grandes lobbies de poder e influencia del gigante americano.
A mi juicio, no hay que ver bajo esta victoria una visión apocalíptica del futuro estadounidense. Los virajes de la derecha política de un país son tan legítimos y quizás tan lógicos a veces, como los virajes de la izquierda política, siendo España fiel reflejo de tal tesitura. En este sentido, habrá que “dejar hacer” durante los 100 primeros días de mandato y ver como se producen las primeras acciones decisorias en un Gobierno Trump que además, va a ejercer un control decisorio y absoluto de connotación bicameral, esto es, sobre la Cámara de Representantes y el Senado estadounidense, lo que otorgará un plus de control sobre las políticas programadas.
Las connotaciones económicas de esta victoria no hay que verlas bajo un prisma negativo y depresivo. Las bolsas asiáticas respondieron con acentuadas bajadas corregidas posteriormente al alza y sí hay países como Mexico donde la depreciación del peso era una previsible consecuencia habida cuenta de las consecuencias que se originan por el carácter fronterizo de ambos países. Por lo demás, el carácter conciliador del primer mensaje del Presidente electo (nada que ver con la despedida del Jefe de campaña demócrata John Podesta), ha provocado en los mercados bajadas pero no tan acusadas como en un principio se preveían. Las palabras del nuevo responsable de la cartera de Exteriores del nuevo Gobierno Rajoy, Alfonso Dastis en el sentido “de que una cosa es la campaña y otra cosa bien distinta es gobernar…” seguramente son un llamamiento tranquilizador a la calma y tal vez a detener la visión de “enfant terrible” con que se quiere ver al próximo mandatario norteamericano.
Habrá que ver el modo en que se desarrollan los avances experimentados del acuerdo del Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP) con Europa, que a larga era una prioridad para el Gobierno Obama así como la renegociación del acuerdo de Libre Comercio con el resto de países de Norteamérica (NAFTA) con Canadá y Mexico, para conocer de primera mano como se cierran estos dos grandes ejes de la política económica estadounidense, claves para su fututo comercial.
Igualmente, las políticas arancelarias que parecen avecinarse para con China, efectivamente parecen poner fin a una visión del fin de la globalización al que por otra parte, no parece importarle a una clase media norteamericana, deseosa de un giro en las políticas continuistas demócratas en dos aspectos claves como la economía y la seguridad nacional.
Sí que es cierto que Donald Trump no responde a la visión del inquilino perfecto de la Casa Blanca, no responde a los 43 años que tenía John Fitzgerald Kennedy al llegar a la Presidencia ni su carácter clasista de aire bostoniano de la distinguida clase alta de la costa este americana, hablamos de un hombre hecho a sí mismo en política (sólo tenía dinero, lo cual no era poco) pero quizás esa perspectiva de hombre “apolítico” le ha hecho ganador, un hombre que ha sabido hablar claro y transmitir unas inquietudes basadas en el terrorismo, la seguridad, la defensa y la falta de crecimiento económico, defendiendo las antiélites y venciendo a todo el engranaje de la maquinaria propagandística de los Clinton que no han sabido conectar con un electorado que por darle la espalda se la ha dado hasta en Florida, estado que marcó el principio del derrumbe de una candidata predestinada a ganar.
No gozará jamás Trump de la visión de conjunto de estado que se percibe en Arlington al ver la tumba del Presidente Kennedy pero no por ello se le ha de desear lo mejor al conjunto de la sociedad estadounidense para los próximos cuatro años en un intento de conseguir un mundo más pacífico sin los sobresaltos terroristas que siguen tergiversando nuestra legítima convivencia y ojalá más próspero e igualitario.
Guillermo Perez-Hidalgo Garach