
marzo 8, 2017
El futuro se decide en Francia, solo puede quedar uno
El Sena discurre caudaloso estos días por París, a falta de menos de dos meses para que se celebren las elecciones generales en Francia. Serán las undécimas elecciones de la Quinta República Francesa, y desde hace meses vienen marcadas por la polémica y por lo disputado de la contienda.
Cuatro son las personas que parecen ir en cabeza en la carrera al Elíseo, aunque algunos, permitan el símil equino, parecen haberse desfondado en los últimos metros.
El hasta hace poco favorito indiscutible era François Fillon, líder del Partido Republicano y hombre fuerte de los conservadores franceses, que como un huracán había arrollado a sus principales rivales, Alain Juppé y un viejo veterano como Nicolas Sarkozy. Fillon parecía destinado a la gloria, pero a escasos peldaños del trono, la daga del “Penelopegate” ha hundido su cruel acero sobre el aparentemente impecable candidato conservador, sumiendo al partido en una tragedia nixoniana de la que parece que no va a poder recuperarse a tiempo.
Abandonado por la práctica totalidad de su equipo de campaña, Fillon, que dice haber sido víctima de un “asesinato político”, asiste en solitario al hundimiento de un barco –el suyo- que los republicanos no desean compartir. Juppé ya ha anunciado que no va a ser el relevo. Lógico, ya que no cuenta con el apoyo de Sarkozy, que sigue siendo un peso pesado en el partido, y Fillon tampoco parece dispuesto a entregar el testigo.
En el otro lado del cuadrilátero tenemos a Marine Le Pen como cabecilla del Frente Popular, partido que ha logrado cuajar como alternativa sólida a las dos formaciones históricas porque, mal que pese a muchos, una parte importante de la población francesa apoya la salida de La France de la Unión Europea impulsada con fervor por Le Pen. El control de la inmigración es otro de los puntos fuertes de su programa.
Aunque Le Pen no camina al Elíseo inmaculada y su carácter ya le ha jugado malas pasadas durante la campaña, su partido tiene los mejores pronósticos para la primera vuelta fechada para el 23 de abril, con más del 30% de los votos. El electorado del Frente Popular es posiblemente el más fiel, pero quizás se quede en minoría cuando llegue la hora de la verdad en la segunda vuelta –su meta a batir-, a la que casi todas las encuestas abocan con seguridad a la candidata que aspira a ser la primera presidenta de la República francesa.
En tercer lugar, tenemos al sucesor de François Hollande, Benoit Hamon, candidato del Partido Socialista. Hamon dio la sorpresa “sorpassando” a Manuel Valls, favorito del propio presidente Hollande para la sucesión. Notable gesta para un candidato que es relativamente poco conocido y al que las encuestas pronostican que caerá a la lona en la primera vuelta. Una de sus propuestas más llamativas no nos es desconocida aquí en España: la renta básica universal.
El cuarto en discordia es el joven Enmanuel Macron, antes Ministro de Economía de Hollande, ahora líder y fundador del partido de centro-izquierda En Marche! La pérdida de popularidad de Fillon y la inesperada aparición de Hamon en lugar de Valls como líderes de los partidos tradicionales han aupado al joven Macron, el gran beneficiado del desgaste de la vieja política. Según las encuestas, parece llamado en las últimas semanas a tocar las puertas del cielo cuando, al llegar a la segunda vuelta, sólo queden Le Pen y él.
Como puede observarse, el bipartidismo no se ha fragmentado sólo en España. Francia asiste a unas elecciones en las que por primera vez el sucesor del partido de centro-izquierda puede no ser el de centro-derecha. La prensa francesa habla de incertidumbre absoluta, destacando la complejidad del comportamiento de los votantes actuales. Vistos los precedentes más actuales con el Brexit o las elecciones americanas, quizás deberíamos ser cautos con las encuestas. Parece que las carga el Diablo.
Jesús Soler Robles