
noviembre 8, 2016
Trump vs Clinton. Todos los datos sobre esta batalla histórica
Hace unos días, se daba por hecho que Hillary Clinton se alzaría ampliamente victoriosa como la primera mujer de la Historia en alcanzar la presidencia de los Estados Unidos de América.
También hace unos días, la Oficina de Investigación Federal, el FBI, informaba al Congreso de que investigaba unos correos electrónicos asociados a la candidata demócrata, sacando a la palestra esa persistente sospecha que pesa sobre Hillary Clinton y su supuesta agenda secreta. Desde ese momento, y a pesar de que el FBI ha confirmado que no ha visto ninguna conducta ilícita en los citados correos, las encuestas se han vuelto muy confusas, igualando a ambos candidatos en intención de voto y sumiendo la recta final de la campaña electoral en una intrigante incertidumbre en la que la última palabra la pueden tener los llamados Swing States, aquellos que no tienen una vinculación tradicional con ninguno de los dos grandes partidos y son, por tanto, indescifrables hasta el final.
Se dice que hay mentiras, grandes mentiras y luego están las estadísticas. Pero claro, resulta difícil encontrar un instrumento más efectivo para calibrar las fuerzas de los candidatos durante el periodo electoral. Además, las estadísticas tienen un componente de guerra psicológica innegable. De lo contrario, ¿qué explica el creciente nerviosismo en el equipo electoral de Hillary Clinton?
Donald Trump bien puede ser uno de los candidatos más excéntricos de la historia de Estados Unidos, pero no conviene subestimarlo. Siempre polémico, incendiario en muchas de sus declaraciones e impredecible, el candidato del Grand Old Party ha regalado mucha munición a sus rivales con el convencimiento, no del todo acertado, de estar revestido por un halo de invulnerabilidad. Y aunque ha sufrido ataques que habrían derribado a otros candidatos, aún sigue vivo y, según algunas encuestas, in crescendo.
Trump ha tomado la bandera del populismo para llamar a las urnas a la clase media blanca, especialmente a los varones, que tras la crisis atesoran cierta amargura contra las élites. Clinton, por su parte, se apoya en las minorías sociales y en los históricos Estados demócratas como una suerte de muro de contención contra el aparente comeback de Trump.
Conviene señalar asimismo que el voto popular no elige al presidente en Estados Unidos. Lo hace el colegio electoral, que está formado por un total de 538 electores o compromisarios de todos los Estados. La cifra se obtiene sumando los 100 integrantes del Senado más los 435 del Congreso, más los tres representantes del Distrito de Columbia, en Washington. Los Estados tienen un número idéntico de compromisarios y parlamentarios.
La regla general es que cada Estado adjudica todos los compromisarios a quien gana el voto popular en el territorio, con las excepciones de Maine y Nebraska, que reparten un elector por cada distrito del Congreso y uno a nivel estatal según el voto popular.
El candidato que obtiene 270 electores se convierte en presidente. De no darse el caso, o incluso con un hipotético empate, es el Congreso quien elige al presidente. En este caso, cada Estado tendría un único voto.
Históricamente, en Estados Unidos no siempre ha sido investido presidente el candidato con un mayor voto popular. Existen, de hecho, cuatro casos históricos en los que ha ocurrido este fenómeno. El último, como recordarán, se dio hace dieciséis años entre Al Gore y George W. Bush. Gore aventajó a su rival en más de medio millón de votos, pero perdió en el colegio electoral.
En conclusión, la campaña electoral, sea cual sea su resultado, quedará para el recuerdo. Es la primera vez que una mujer puede alcanzar el despacho oval. Además, en esta campaña ha intervenido un factor externo e inclasificable llamado Donald Trump, un candidato en principio ajeno al partido republicano que, contra todo pronóstico, ha desbancado a sus oponentes y se ha erigido como el rival a batir por la candidata demócrata y que por momentos ha parecido competir no sólo con Clinton, sino contra sí mismo. Y ahora, a menos de 48 horas para el día señalado, las encuestas consideran que cualquiera de los dos puede ganar.
Jesús Soler Robles